Don't Wanna Hurt Nobody

Que sucede si en un momento te encuentras conversando amenamente con alguien y al cabo de unos segundos (que sepa el cielo que sucedió en esa fracción de tiempo) tu interlocutor está mirándote con cara de asombro y descolocado, se detiene un rato para luego murmurar nunca nadie me había dicho %$&… y mucho menos en público y aquí donde trabajo… Mi reacción fue una agradable sonrisa y un gesto de: de que me estas hablando???... no tengo muy claro que pasó en ese ratito, será Tourette??, confianza desmedida de mi parte?, un claro episodio de despersonalización? agresividad inconscientemente liberada? No lo sé. Pero superado ese horrible e inexistente momento para mí, he decidido meditar sobre a cuanta persona pude haber insultado o menospreciado sin querer y no me he dado cuenta, y es que esos actos inconscientes e involuntarios siempre tienden a meterlo a uno en algún problema... ya me ha sucedido con los chicos del fin del mundo, que me han oído hablando cosas no muy buenas sobre ellos, pero lo que pasa es que no sé si estoy pensando o hablando lo que pienso, pero si puedo reconocer que me sucede sólo en momentos de stress máximo.
Recuerdo una ocasión, durante la enseñanza media, en la que tuve que participar (obligado) en un acto social organizado para entregarle un día de alegría a unos niños del Hogar de Cristo, (pequeños monstruos que nunca olvidaré) y sucedió que una de la alumnas más colaboradoras (metiche y chupamedia diría yo) preparó una representación en la cual ella era el centro de atención, hay cosas inexplicables en esta vida y entre ellas está el averiguar cómo logró meterse en un ajustado traje de lycra negra para luego pintarse la cara y salir de mimo (sobre todo si tenemos en cuenta que estaba considerablemente con sobrepeso). Todos observábamos el espectáculo y mientras ella hacía mímica el animador del evento preguntaba en voz alta y con micrófono ¿Cómo está la mimo??... la respuesta (obvia) era vociferada con una fuerza descomunal y al borde de la agresión por parte de esas pequeñas y malévolas criaturas diciendo… se está peinandoooooo!!!!!!!!!!! o está barriendooooooooo!!!!!!!!!… llegó el momento en que ella simula mucha alegría y salta por doquier, pude percibir cómo los músculos de mi cara se reajustaban y asumían el patrón de cara de asco o aburrimiento al 100% mientras el animador pregunta: niños como está la mimo????? Y antes de que alguien pueda decir algo no lo pienso y digo en forma burlona, despreocupada y con carencia de evaluación social (por que se suponía que era sólo para mi): ESTÁ GORDA!!!, de lo que no me percaté fue que tenía el micrófono demasiado cerca y la guea estaba encendida por lo que la palabrita retumbó por todo el establecimiento y esos pequeños indios se pusieron a reír de la mimo y todo mal… dos segundos después estaba pidiendo que me tragara la tierra… no fue mi intención y espero que ese duro momento (de humillación pública) para la mimo, no haya sido el factor decisivo en su opción de tomar los hábitos y hacerse monja.
Y eso es sólo una muestra, he tratado de india a una compañera de universidad sin haber reflexionado previamente que lleva un apellido mapuche, traté de YETA a una profesora que es considerada una vaca sagrada de la escuela de psicología, traté de imbecil-inmaduro (sin darme cuenta que lo había verbalizado) a Carlitos P y con lo sensible que era le llevó un libro de terapia postracionalista y dos textos de teorías subjetivas entender que fue sin intención..., entre otras cosas que avergüenzo comentar, incluso quisiera borrar episodios de mi etapa de enseñanza media porque ahí realmente no tenía ningún tipo de filtro, pero ¿hasta qué punto es correcto decir lo que se espera escuchar o hasta dónde la sinceridad llega a ser adecuada?
Me agradezco por no haber dicho nada indebido durante alguna de mis innumerables visitas a la casa de Acid Jazz mientras vivía con Linn Tunner (la de Alf), por que cada vez que la tenía en frente sólo penaba en lo degenerada, descarada y maniática sexual que era… eso pensaba cuando nos sentábamos a la mesa y tomábamos onces. Lo más probable es que si hubiera dicho algo, ella me habría golpeado.
Mmmm ahora pienso… ¿Qué habría ocurrido si en lugar de pedirle la mantequilla, le hubiera dicho maldita e insatisfecha pervertida sexual?
Recuerdo una ocasión, durante la enseñanza media, en la que tuve que participar (obligado) en un acto social organizado para entregarle un día de alegría a unos niños del Hogar de Cristo, (pequeños monstruos que nunca olvidaré) y sucedió que una de la alumnas más colaboradoras (metiche y chupamedia diría yo) preparó una representación en la cual ella era el centro de atención, hay cosas inexplicables en esta vida y entre ellas está el averiguar cómo logró meterse en un ajustado traje de lycra negra para luego pintarse la cara y salir de mimo (sobre todo si tenemos en cuenta que estaba considerablemente con sobrepeso). Todos observábamos el espectáculo y mientras ella hacía mímica el animador del evento preguntaba en voz alta y con micrófono ¿Cómo está la mimo??... la respuesta (obvia) era vociferada con una fuerza descomunal y al borde de la agresión por parte de esas pequeñas y malévolas criaturas diciendo… se está peinandoooooo!!!!!!!!!!! o está barriendooooooooo!!!!!!!!!… llegó el momento en que ella simula mucha alegría y salta por doquier, pude percibir cómo los músculos de mi cara se reajustaban y asumían el patrón de cara de asco o aburrimiento al 100% mientras el animador pregunta: niños como está la mimo????? Y antes de que alguien pueda decir algo no lo pienso y digo en forma burlona, despreocupada y con carencia de evaluación social (por que se suponía que era sólo para mi): ESTÁ GORDA!!!, de lo que no me percaté fue que tenía el micrófono demasiado cerca y la guea estaba encendida por lo que la palabrita retumbó por todo el establecimiento y esos pequeños indios se pusieron a reír de la mimo y todo mal… dos segundos después estaba pidiendo que me tragara la tierra… no fue mi intención y espero que ese duro momento (de humillación pública) para la mimo, no haya sido el factor decisivo en su opción de tomar los hábitos y hacerse monja.
Y eso es sólo una muestra, he tratado de india a una compañera de universidad sin haber reflexionado previamente que lleva un apellido mapuche, traté de YETA a una profesora que es considerada una vaca sagrada de la escuela de psicología, traté de imbecil-inmaduro (sin darme cuenta que lo había verbalizado) a Carlitos P y con lo sensible que era le llevó un libro de terapia postracionalista y dos textos de teorías subjetivas entender que fue sin intención..., entre otras cosas que avergüenzo comentar, incluso quisiera borrar episodios de mi etapa de enseñanza media porque ahí realmente no tenía ningún tipo de filtro, pero ¿hasta qué punto es correcto decir lo que se espera escuchar o hasta dónde la sinceridad llega a ser adecuada?
Me agradezco por no haber dicho nada indebido durante alguna de mis innumerables visitas a la casa de Acid Jazz mientras vivía con Linn Tunner (la de Alf), por que cada vez que la tenía en frente sólo penaba en lo degenerada, descarada y maniática sexual que era… eso pensaba cuando nos sentábamos a la mesa y tomábamos onces. Lo más probable es que si hubiera dicho algo, ella me habría golpeado.
Mmmm ahora pienso… ¿Qué habría ocurrido si en lugar de pedirle la mantequilla, le hubiera dicho maldita e insatisfecha pervertida sexual?