El reflejo de un Haiku

Hace unos días me dispuse a escribirle un mail a un amigo de antaño y al poco de avanzar la epístola, me di cuenta que además de las ya pragmáticas ¿cómo estas? y ¿qué cuentas de nuevo? se me acababan las preguntas, los comentarios y con ello, también se me acababa el mail!! Lo admito, me asuste, me preocupo y casi me apeno.

Y es que se suele esperar que los afectos sean perennes, sin mediar el tiempo o la distancia, por ello, puede resultar casi medroso considerar la fragilidad de la convivencia; darse cuenta de que en ella reside todo es algo que a much@s les toma la vida entera entender, mientras que a otr@s que ya lo asumimos, a veces nos resulta más cómodo poner ese detallito entre paréntesis, ya que de lo contrario, nos obligaría a tomar el teléfono más seguido o a aceptar invertir mucho más que sólo un par de horas de nuestras vidas en aceptar positiva e incondicionalmente la vida de otr@s ¿Será posible aquello con alguien que no te pague por lograrlo?

Para este tipo de relaciones, más de alguna vez he escuchado que el amor lo puede todo, pero a diario el mundo le pone trabas a aquella consigna... y aquí estoy, de parte del mundo.

Sobre el mail... aún no lo envío.


Todo lo anterior me trajo a la memoria lo siguiente

Este mundo de rocío
Podrá ser de rocío
Sin embargo, sin embargo

Se supone que no se debería opinar de la obra, sino que desde la obra ¿y bien?... Si alguien conoce al autor, agradecería la referencia.



Mil besos... Saudade (entiéndase como firmado)