Let’s talk about love

En algún momento pensé que podría resultar fuera de lugar hablar de amor en este espacio, pero considerando que nada de lo que hemos dicho hasta ahora puede considerarse “dentro de lugar” y que nuestro nunca estable emocionalmente TheConcept se expuso tan elegante y descabelladamente en el post anterior, me aventurare con algo que hace rato esta guardado en los archivos de mi PC. Pero no se asusten, no les hablare de mariposas en el estomago ni corazones tallados en árboles… sólo tratare de exponer mi idea de lo complejo que resulta conjugar nuestro innegable deseo de mantener nuestros intereses intactos, mientras se asume el desafío de compatibilizar tiempos y espacios con “ese otr@”

Tal como ya se expuso, hace algún tiempo atrás, mis contertulios y yo nos reunimos en torno a un nada sofisticado e hipercalórico almuerzo estilo Kentucky y dentro de las muchas necedades y genialidades que hablamos, uno de nosotros sentenció lo siguiente: “Para las personas como nosotros que -por vocación personal y/o profesional- tenemos el habito de sobreanalizar la realidad, el amor esta vedado”… y después de cierta reflexión al respecto, la idea no me parece tan descabellada. Pero ojo, cuando hablo de amor, no me refiero a la concepción maturanezca del término, sino a su versión más coloquial y profana, esa del tipo Village.

Y es que si lo piensan detenidamente (nótese, dije piensan) verán que habemos algunas personillas en este planeta para quienes las locuras por amor siempre dan pie para una interpretación de su lado “V”. Así por ejemplo: estar dispuesto a exponerse públicamente en programas del tipo “Pasiones”, no es mas que una manifestación de un trastorno de la personalidad de tipo histriónico; usar apodos como “Chanchi”, “Perri”, “Osito”, “Mono” y todo el resto de la fauna, solo puede ser considerada como la sublimación de una zoofilia; pedir matrimonio tirándose de un paracaídas, puede entenderse como resultado de una disminución en los niveles de serotonina propios de los “suicidas larvados”... y así, ejemplos hay hasta decir basta.

Y es que en estas “cosas del corazón” me siento como Meursaulh de Camus; y no es que haya perdido la capacidad de otorgar sentido a las cosas, es sólo que para mi adquieren un sentido distinto, menos ambicioso que el “hasta que la muerte los separe”; más bien cercano a las trascendentales minucias cotidianas en donde las principal arma de sobrevivencia es el sentido común, que como bien escuche alguna vez suele ser el menos común de los sentidos. Quizás por esto mismo defienda mi obstinada intención de no perder mi individualidad dentro de una relación de pareja; ya que en la medida que mantenga la capacidad de desdibujar “esa” realidad a partir del siempre útil mecanismo de defensa conocido como racionalización, la vida seguirá en tonos grises en donde el rosa no tiene cabida.

Es entonces cuando recuerdo a quienes suelen preguntarse “¿Qué paso con el romance?”; para ellos he aquí una respuesta: quizás puedan encontrarlo junto al ipod que esta al lado del notebook, que aun a las 23:00 hrs. esta funcionando porque hay que entregar un informe para mañana; o tal vez deban buscar en el bolso del gym, cerca del celular que estará apagado hasta las 21:00 hrs. porque a esa hora termina la clase de step; o posiblemente tengan mejor suerte si revisan tras la cafetera, que una vez más quedo llena porque de nuevo no hubo tiempo para desayunar… en fin, estoy segura que entienden a lo que me refiero.

Solo para terminar, hace algún tiempo atrás les comente que más de alguna vez he escuchado que el amor lo puede todo; no obstante, si están dispuestos a observar cuidadosamente, podrán notar que a diario el mundo le pone obstáculos a dicha consigna... al respecto, sólo me resta decir que aun estoy de parte del mundo.

A lot of kiss… from Thanagar