The World is not Enough
¿Cómo decirlo de forma que mis palabras reflejen fehacientemente mi experiencia y las emociones asociadas a ella, sin que por lo mismo, resulten crueles o mordaces? Creo que la mejor manera de definirlo, es que ha sido casi un viaje por la dimensión desconocida. Sencillamente, es increíble la serie de escarmientos útiles y disímiles que he padecido en 168 horas.
Digamos que tras una tarde matizada por las aventuras de un grupo de náufragos, increíblemente bien vestidos y maquillados -hay que decirlo- debí cumplir con mis obligaciones de clan y perderme en una de esas bien conocidas y asfixiantes veladas folck-familiares, a partir de la cual llegué a una única conclusión… los amo, pero no tengo vocación de mártir.
Tras un día eutímico típico, la programación de la televisión abierta, me generó nuevamente un instante de reflexión. Debido a un inexplicable episodio catatónico que me impedía tomar el control remoto -a 20 cm de mí- resistí 90 minutos de una repulsiva y tóxicamente melosa película de Disney, que narraba la inverosímil historia de unos perros y su improbable “odisea” por no trasformarse en abrigos. Cuento corto: ¿Qué problema tienen los productores de cine, como para no mostrar el mundo tal cual es? ¿Por qué no enfrentar a las futuras generaciones a nuestra competitiva y descarnada realidad, en donde escasean los amantes de los animales y sobran aquellos que los ven como menos recursos renovables? No digo que este de acuerdo con ello, pero no por eso deja de ser cierto.
Digamos que tras una tarde matizada por las aventuras de un grupo de náufragos, increíblemente bien vestidos y maquillados -hay que decirlo- debí cumplir con mis obligaciones de clan y perderme en una de esas bien conocidas y asfixiantes veladas folck-familiares, a partir de la cual llegué a una única conclusión… los amo, pero no tengo vocación de mártir.
Tras un día eutímico típico, la programación de la televisión abierta, me generó nuevamente un instante de reflexión. Debido a un inexplicable episodio catatónico que me impedía tomar el control remoto -a 20 cm de mí- resistí 90 minutos de una repulsiva y tóxicamente melosa película de Disney, que narraba la inverosímil historia de unos perros y su improbable “odisea” por no trasformarse en abrigos. Cuento corto: ¿Qué problema tienen los productores de cine, como para no mostrar el mundo tal cual es? ¿Por qué no enfrentar a las futuras generaciones a nuestra competitiva y descarnada realidad, en donde escasean los amantes de los animales y sobran aquellos que los ven como menos recursos renovables? No digo que este de acuerdo con ello, pero no por eso deja de ser cierto.
Y como si el desarrollo de una tesis no fuera per se una experiencia límite, esta vez fue amenizada con una indescriptible lectura de mano… consecuencia: me entere que tendré dos hijos, que me casare con una persona de la cual me separare por un tiempo para reconciliarme luego; en fin, sólo obtuve información afectivamente prometedora, pero no supe lo más importante ¿tendré dinero suficiente para satisfacer años de frustración capitalista?, ¿tendré el éxito suficiente para acceder al fantasioso mundo del consumo y el glamour?.
Esta incongruencia se hizo más palpable al día siguiente, cuando tras un bacanal almuerzo con unos amigos -basado sólo en alimentos hipercalóricos y aliñado hilarantemente por unos videos absolutamente ochenteros de Daniela Romo (títeres incluidos)- tuve una experiencia casi gloriosa producto de una sesión de Aikido, en donde el fenómeno de la purificación en la práctica del bushido se hizo absolutamente evidente y redimió mis pecado matutinos (gula-pereza-vanidad)
Casi extenuada por la jornada, viaje 380 kms para acompañar a mi hermana en su cumpleaños y colmarla de regalos como forma de expresarle cuánto la quiero, evidentemente para un niñ@ de ocho años un “te amo” no es suficiente, sólo adquiere sentido cuando va acompañado de una Barbie o una bicicleta. Lo insólito de estos 380 kms, fue me provocaron un regreso nauseabundo escuchando todo el camino a Mark Anthony, desde ese día desarrolle una tolerancia a la frustración y al mal gusto casi a prueba de límites.
Para concluir, me vi enfrentada a mis más perversos prejuicios, cuando confronte las desventuras que desafían la vida de otros y que hacen que mi vida parezca rodeada de angelicales pajarillos del bosque, con cuyo canto debo aprender a ser optimista… pero eso da para largo.
Cómo se supone que se pueden conjugar tantos afectos tan extremos. Y la pregunta de Teresa Llanos sigue dándome vueltas ¿Cómo no morir en el intento?... Por lo pronto, el bajo de Pastorius resulta un gran consuelo… paradójico ¿verdad?
Mil besos… Saudade (entiéndase como firmado)
Esta incongruencia se hizo más palpable al día siguiente, cuando tras un bacanal almuerzo con unos amigos -basado sólo en alimentos hipercalóricos y aliñado hilarantemente por unos videos absolutamente ochenteros de Daniela Romo (títeres incluidos)- tuve una experiencia casi gloriosa producto de una sesión de Aikido, en donde el fenómeno de la purificación en la práctica del bushido se hizo absolutamente evidente y redimió mis pecado matutinos (gula-pereza-vanidad)
Casi extenuada por la jornada, viaje 380 kms para acompañar a mi hermana en su cumpleaños y colmarla de regalos como forma de expresarle cuánto la quiero, evidentemente para un niñ@ de ocho años un “te amo” no es suficiente, sólo adquiere sentido cuando va acompañado de una Barbie o una bicicleta. Lo insólito de estos 380 kms, fue me provocaron un regreso nauseabundo escuchando todo el camino a Mark Anthony, desde ese día desarrolle una tolerancia a la frustración y al mal gusto casi a prueba de límites.
Para concluir, me vi enfrentada a mis más perversos prejuicios, cuando confronte las desventuras que desafían la vida de otros y que hacen que mi vida parezca rodeada de angelicales pajarillos del bosque, con cuyo canto debo aprender a ser optimista… pero eso da para largo.
Cómo se supone que se pueden conjugar tantos afectos tan extremos. Y la pregunta de Teresa Llanos sigue dándome vueltas ¿Cómo no morir en el intento?... Por lo pronto, el bajo de Pastorius resulta un gran consuelo… paradójico ¿verdad?
Mil besos… Saudade (entiéndase como firmado)
1 Comments:
Compañera..nadie tiene vocacion de martir (nadie conocido claro)...en todo caso...siento algo similar cuando, con elegancia, estilo, vanguardismo y asertividad viajo en micro desde mi casa a mi trabajito...entre las viejas guatonas que apenas se pueden el culo, los ebrios, los despreciados y los mal vestidos...alli...me pregunto..POR KE A MI???...La Nati del Campo tenía razon cuando me dijo "deja de llamarme o llamo a los pacos"...en esas palabras habia algo de revelacion, en todo lo que hagamos, en todo lo que digamos..habra dolor, sufrimiento, ternura, estilo algo de psicosis, algun crimen y puestas en escenas...
Cansado de ser sexi...
TheConcept.
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